viernes, mayo 16, 2008

Marroc No solo hash

la ruta

Bueno en realidad como siempre debería dedicarle un bonito tiempo a escribir un bonito artículo pero es la una de la tarde y por lo visto hace viento. Estoy en el trabajo con los nervios propios de un viernes que voy a navegar y no me salen las palabras en el orden correcto.
















Este es un viaje en el que unos singulares compañeros unidos por el azar descubrieron un poco más de la mística del paisaje y la paz de las extensiones inhabitadas de nuestro vecino Marruecos. Ariza, Michela , Raúl, Sara y yo.



La verdad es que este ha sido un viaje pausado, con diferentes colores y olores, con campo y montaña, ciudad bulliciosa y paisajes vacíos. Os podría hablar de gastritis, de una gran patata amarilla, de un hostal- palacete que recordaba a las mil y una noches, de un accidente de tráfico urbano, de una niña con la mano más pequeña que he visto. Os podría hablar de verdes prados y montañas heidianas, de nubes y de claros, de valles impolutos y riberas solitarias. Os hablaría de cruces y transeuntes perdidos y pacientes, sin rumbo pero con dirección. Naranjas de la tierra, dunas como montañas, atardeceres lluviosos, amigos y enemigos, carreteras interminables.
Os podría contar algo sobre los guiris, sobre resorts en oasis de cloro y palmeras, sobre espectáculos de circo con payasos y hombres a caballo, danzas orientales y cena en el templo maldito. Bandejas de plata, montañas de cous-cous y cervezas prohibidas.
Me gustaría hablaros de ciudades de un caos pausado, mercados de calles intrincadas, de rincones oscuros y de brillos metálicos, sonidos y olores lejanos que se acercan por los huecos de los tenderetes. Os podría hablar de unos creps con helado deliciosos, de una lluvia mágica y de carreteras que corren bajo la atenta mirada de la luna.

Lo que sí me gustaría poder explicar es lo que yo entiendo como un rito. Un rito es algo que va más allá de lo físico y que nos vincula mediante un acto que en principio al repetirse meticulosamente se hace mágico.



Es precisamente el cuidado que se pone en el rito lo que lo hace tan trascendente para nosotros. Ponemos nuestra fe. Agua, tambores, humo fuego y tierra. Un ritual como dios manda.

Este ha sido un viaje marcado por los tiempos propios que marca la zona y por la mística que impone el sentirnos alejados de ciertas ataduras vinculadas a nuestra vida sedentaria. Chef Chaouen, Moulay Bouselham y Marrakech fueron las principales etapas y aquí os dejo algunas de las imágenes del viaje.




1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Preciosas fotos Josh, realmente bonitas. Echaba de menos esa lente, esa vision y este reportaje. Asi si, para esto si tenemos el blog. Para que queden patentes nuestras inquietudes, motivaciones y perspectivas de la vida.

Congratulations myfriend, I´s a really nice article. I hope more like this in the future but what I expect is to be in one of them next to my friends...

1:15 p. m.  

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